Hígado graso

El hígado graso o esteatosis, afección relativamente frecuente, diferenciada de la degeneración grasa producida por el consumo excesivo de bebidas alcohólicas, se asocia con la existencia de sindrome metabólico, colesterol elevado, diabetes, triglicéridos en exceso, obesidad y el sexo femenino.

Dentro de los mecanismos que explican la acumulación anormal de grasa en el hígado se destacan, el estrés oxidativo, la inflamación crónica (con liberación de citoquinas) y la resistencia a la insulina.

De las plantas que resultan útiles en su prevención o control se destacan las siguientes:

Alcaucil o alcachofa (Cynara scolymus). Presenta una acción colerética (aumenta la secreción biliar) y colagoga (aumento de la secreción de bilis). Actúa contra el estreñimiento (por su contenido en fibra) y estimula la regeneración de las células dañadas del hígado. Logra un descenso del colesterol en el organismo, por interferencia en su producción y aumento en su eliminación. Estas propiedades se deben a una serie de sustancias, en su mayoría fenoles, entre las que se destaca la cinarina. Los mecanismo de acción no se establecen con claridad.

Algas Espirulina (Spirulina maxima) y Clorela (Chlorella pyrenoidosa). Algas microscópicas que contienen abundantes vitaminas, proteínas y clorofila, todas sustancias que protegen y desintoxican el hígado. Con altas concentraciones de precursores de colina en el organismo, importante para el funcionamiento normal y la reparación del hígado.

Boldo (Peumus boldus). Al igual que la alcachofa o el cardo mariano, es un protector tanto del hígado como de la vesícula biliar. Facilita la digestión tras una comida copiosa, y favorece la eliminación de cálculos biliares.

Diente de león (Taraxacum officinale). Estimulador de la secreciones digestivas. Aumenta la secreción de la bilis. Es un importante depurativo natural que ayuda a limpiar el hígado y contribuye a su normal funcionamiento.

Cardo mariano (Sylibum marianus). Contiene silimarina, un complejo hepatoprotector que además de proteger las células del hígado ayuda a regenerarlas, a la vez que combate las diferentes sustancias hepatotóxicas.

Es una de las plantas más eficaces para limpiar y fortalecer el hígado. Protector hepático y reconstituyente de la célula hepática. Su principio activo la silimarina, protege el hígado al actuar como un antioxidante y promover el crecimiento de nuevas células hepáticas. Ayuda con la digestión de grasas, inhibiendo la entrada de substancias dañinas en las células del hígado.

Cocú (Allophylus edulis). El cocú, kokú o chala chala es una planta conocida por sus propiedades hepatoprotectoras, ya que puede tratar la hepatitis, la cirrosis e incluso el cáncer de hígado. Puede prevenirlas y mejorar el funcionamiento del hígado en general. Esta planta resulta un muy buen depurativo hepático. Disminuye una insuficiente secreción biliar.

Fumaria (Fumaria officinalis). Es útil en casos de digestiones difíciles o pesadas, ya que ayuda a mejorar la digestión a la vez que evita la formación de cálculos biliares.

Limón (Citrus limon) Es uno de los grandes purificadores naturales, promueve la eliminación de grasas, por tanto resulta un excelente remedio para la esteatosis.

Tamarindo (Tamarindus indica). Protector y descongestivo del hígado, con propiedades colagogas (estimula el vaciado de la vesícula biliar).

Otras plantas que se recomiendan para tratar la enfermedad hepática son: alcachofa, cúrcuma, diente de león, níspero, noni, patata dulce, rábano, regaliz, remolacha, tomillo, etc.

Una dieta sana y el ejercicio adecuado, son imprescindibles. En realidad se debe enfatizar que a través de una dieta estricta se puede lograr controlar y aún revertir este problema.

Una dieta abundante y variada en frutas y vegetales orgánicos, acompañada de té verde, pescado y alimentos hepatoprotectores como el ajo y la cebolla, con elevado contenido en compuestos azufrados, así como las crucíferas, coles, coliflor, brócoli, etc.